Hace poco me comentó un amigo entrenador que un padre se quedó sorprendido de lo poco que cobraban los entrenadores.
La verdad es que, si se mira como un trabajo, está mal pagado. Pero si se mira como una actividad que te reporta diversión y satisfacción por transmitir conceptos sobre este maravilloso deporte, pues no importa el dinero. Incluso hay muchos que económicamente salen perdiendo, entre los gastos de desplazamiento, el coste de los títulos de entrenador, el tiempo que siempre acabas restando del trabajo, con el correspondiente reproche del jefe, y una larga lista de inconvenientes con los que toca capear para poder dedicar todo el empeño en cumplir con la bonita labor de enseñar baloncesto. Todo esto si va la cosa bien, porque se le pueden añadir temas más complicados que se suelen dar en numerosas ocasiones, como por ejemplo los padres tocapelotas, niños problemáticos, lesiones, faltas de respeto, malas condiciones del lugar de entrenamiento, falta de material...
La verdad es que, si se mira como un trabajo, está mal pagado. Pero si se mira como una actividad que te reporta diversión y satisfacción por transmitir conceptos sobre este maravilloso deporte, pues no importa el dinero. Incluso hay muchos que económicamente salen perdiendo, entre los gastos de desplazamiento, el coste de los títulos de entrenador, el tiempo que siempre acabas restando del trabajo, con el correspondiente reproche del jefe, y una larga lista de inconvenientes con los que toca capear para poder dedicar todo el empeño en cumplir con la bonita labor de enseñar baloncesto. Todo esto si va la cosa bien, porque se le pueden añadir temas más complicados que se suelen dar en numerosas ocasiones, como por ejemplo los padres tocapelotas, niños problemáticos, lesiones, faltas de respeto, malas condiciones del lugar de entrenamiento, falta de material...
El entrenador es esa persona que nunca falta a los entrenamientos o partidos, aunque esté enfermo, tenga examen, tenga algún compromiso familiar, o le propongan algún atractivo plan. Y si hay algún día que le resulte imposible asistir, busca a alguien que le sustituya, y aun así no para de darle vueltas a la cabeza y se queda con el remordimiento de no poder estar ese día con sus jugadores.
Todo esto deberían valorarlo los jugadores, que en muchos casos faltan a los entrenamientos o partidos sin avisar de su ausencia, sin pensar del perjuicio al resto de compañeros. Hay que recordar que esto es un deporte de equipo, y el compromiso es el mismo para todos.